Pilar Reyes
Pilar Reyes fue un arquero que siempre encendió las tribunas con su osadía de sumarse al ataque, cuando acciones de esas todavía eran suicidas en el futbol mexicano.
En su natal Aguascalientes dio sus primeros pasos bajo los tres postes. Su hermano Ramón jugaba en Tercera División y él le cargaba sus arreos. Aprendió los secretos del oficio observándolo.
"Piluco" se inició en el futbol profesional con los Santos de San Luis Potosí, con quienes ascendio a la Primera División en la Temporada 1975-1976 con Carlos Miloc al frente.
Y fue precisamente el técnico charrúa quien lo trajo a los Tigres la campaña 77-78 cuando apenas contaba con 21 años.
En ese entonces, Pilar Reyes era ya el portero número uno de México, titular indiscutible de la Selección Mexicana.
Por eso tenía que salir constantemente del equipo para concentrarse rumbo al Mundial de Argentina en 1978.
Esa circunstancia lo privó de jugar las finales cuando los Tigres conquistaron su primer título de Liga sobre los Pumas con global de 3-1 en 77-78.
Asimismo, por lesión en la recta final, tampoco estuvo en la segunda coronación en 1981-82, cuando Mateo Bravo se convirtió en gran héroe al detener sendos penales a Sergio Lira y Eduardo Moses del Atlante.
Sin embargo, siempre fue considerado el arquero titular de los Tigres, con quienes debutó el 30 de julio de 1977 cuando perdieron 1-0 frente a los Tecolotes de la UAG en el Tec.
A José Pilar Reyes Requenes le encantaba salir del marco dominando el balón. Había sido delantero en sus comienzos, por eso tenía virtudes para mantener la pelota en sus pies.
Sus atrevidas escapadas infinidad de ocasiones dieron nuevos bríos a sus compañeros y deshicieron marcadores en contra.
Abandonar la puerta le costó a Pilar muchas críticas, sobretodo de la prensa capitalina, pero sus arranques ofensivos fueron motivación especial para el equipo en situaciones desfavorables.
El guardameta felino estaba consciente del riesgo que corría al dejar su puerta desprotegida, pero lo afrontaba por el gran deseo de triunfo que siempre lo caracterizó.
De sus constantes agregados al ataque, surgió aquel grito multitudinario que siempre llenó el Estadio Universitario: "íSube, Pilar, sube"!
Sus ansias de atacante se vieron colmadas plenamente la temporada 1979-80, en la Gran Final contra el Cruz Azul en el Estadio Azteca.
Aquel juego decisivo por el título fue uno de los más dramáticos y emotivos de la historia, por la férrea demostración de coraje, entrega y corazón de los Tigres universitarios.
Tras estar abajo 3-0 en el marcador global, paulatinamente fueron deshaciendo la ventaja con goles de Jerónimo Barbadillo y Alfredo Jiménez para colocarse 3-2 en el partido y 4-3 global.
Para entonces, el defensa central Raúl Ruiz estaba lesionado. Por eso fue que el técnico Claudio Lostaunau lo puso de portero, entró Mateo Bravo por él y envió a Pilar como centro delantero.
Se jugaba ya el minuto 84. Y un minuto después, el improvisado ariete asombró a la muchedumbre con un pase de taloncito que Juan Manuel Azuara convirtió en el gol del delirante empate 3-3.
Todavía, Pilar se dio el lujo de dar otro servicio de oro a Tomás Boy, quien quedó solo ante el cancerbero Miguel Marín.
Sin embargo, el "Superman" argentino detuvo el envío del "Gran Jefe" para evitar el gol que hubiera forzado los tiempos extra y tal vez la coronación felina, porque los Tigres estaban en mejores condiciones físicas y anímicas.
Cuando se anunció el cambio y la subida de Pilar, los cronistas chilangos criticaron al decisión dizque porque ofendía los principios del futbol.
Pero lo cierto fue que entonces se permitían tres cambios, incluido uno de arquero por arquero, así que Lostaunau aprovechó de lo mejor el reglamento.
Aquel 13 de julio de 1980 quedó en la historia como prueba de entrega total, de férrea decisión de los Tigres y la inusual actuación de Pilar Reyes en el centro del ataque.
Al terminar el juego, dijo Pilar: "Nosotros ganamos el campeonato del orgullo y de la hombría. Cuando supe del cambio, me dio mucha alegría y de pura chiripada di un pase para gol".
Poseedor de magníficos reflejos, Pilar detuvo varios penales, entre ellos a Francisco Bertocchi, del Tampico, Fernando Dávila, de las Chivas, y Marco Antonio "Fantasma" Figueroa, del Morelia, cuando los Felinos cayeron 2-0 y fueron eliminados de la liguilla.
Precisamente, la detención de esta pena capital fue la última gran acción de "Piluco" vestido con la Piel del Tigre, pues salió de la organización al terminar la campaña 1986-87.
Antes, había dejado de ser Tigre la 83-84 cuando se fue a Tampico junto a Carlos Miloc.
Dueño de un fuerte carácter, Pilar fue principal protagonista de una de las más gigantescas broncas en la historia del futbol regiomontano.
El 22 de octubre de 1983 Tampico perdió 1-0 frente al Monterrey en el Tec. Ya en la recta final, un empleado del club no quería regresar el balón ante la insistencia de Pilar, quien lo zarandeó para quitárselo.
Entonces la gente se brincó a la cancha y se desató la pelea generalizada solamente contra los Jaibos porteños.
Al final, fueron a la cárcel Pilar, Jorge Miranda y Héctor Eugui, auxiliar del técnico Miloc.
La temporada 1987-88, Pilar Reyes fue contratado por el Monterrey y, por mera coincidencia, le tocó recibir la última diana de Tomás Boy en su carrera.
En el Clásico 33 del 7 de mayo de 1988, los Rayados ganaron 2-1 con dos goles de Bahía, mientras que el "Gran Jefe" metió de tiro libre el postrer gol de su brillante trayectoria.
Y fue sobre su ex compañero Pilar Reyes, otro de los integrantes de aquella legión de los "Monstruos Sagrados" que forjaron la Epoca de Oro los Tigres Campeones.
"Piluco" se inició en el futbol profesional con los Santos de San Luis Potosí, con quienes ascendio a la Primera División en la Temporada 1975-1976 con Carlos Miloc al frente.
Y fue precisamente el técnico charrúa quien lo trajo a los Tigres la campaña 77-78 cuando apenas contaba con 21 años.
En ese entonces, Pilar Reyes era ya el portero número uno de México, titular indiscutible de la Selección Mexicana.
Por eso tenía que salir constantemente del equipo para concentrarse rumbo al Mundial de Argentina en 1978.
Esa circunstancia lo privó de jugar las finales cuando los Tigres conquistaron su primer título de Liga sobre los Pumas con global de 3-1 en 77-78.
Asimismo, por lesión en la recta final, tampoco estuvo en la segunda coronación en 1981-82, cuando Mateo Bravo se convirtió en gran héroe al detener sendos penales a Sergio Lira y Eduardo Moses del Atlante.
Sin embargo, siempre fue considerado el arquero titular de los Tigres, con quienes debutó el 30 de julio de 1977 cuando perdieron 1-0 frente a los Tecolotes de la UAG en el Tec.
A José Pilar Reyes Requenes le encantaba salir del marco dominando el balón. Había sido delantero en sus comienzos, por eso tenía virtudes para mantener la pelota en sus pies.
Sus atrevidas escapadas infinidad de ocasiones dieron nuevos bríos a sus compañeros y deshicieron marcadores en contra.
Abandonar la puerta le costó a Pilar muchas críticas, sobretodo de la prensa capitalina, pero sus arranques ofensivos fueron motivación especial para el equipo en situaciones desfavorables.
El guardameta felino estaba consciente del riesgo que corría al dejar su puerta desprotegida, pero lo afrontaba por el gran deseo de triunfo que siempre lo caracterizó.
De sus constantes agregados al ataque, surgió aquel grito multitudinario que siempre llenó el Estadio Universitario: "íSube, Pilar, sube"!
Sus ansias de atacante se vieron colmadas plenamente la temporada 1979-80, en la Gran Final contra el Cruz Azul en el Estadio Azteca.
Aquel juego decisivo por el título fue uno de los más dramáticos y emotivos de la historia, por la férrea demostración de coraje, entrega y corazón de los Tigres universitarios.
Tras estar abajo 3-0 en el marcador global, paulatinamente fueron deshaciendo la ventaja con goles de Jerónimo Barbadillo y Alfredo Jiménez para colocarse 3-2 en el partido y 4-3 global.
Para entonces, el defensa central Raúl Ruiz estaba lesionado. Por eso fue que el técnico Claudio Lostaunau lo puso de portero, entró Mateo Bravo por él y envió a Pilar como centro delantero.
Se jugaba ya el minuto 84. Y un minuto después, el improvisado ariete asombró a la muchedumbre con un pase de taloncito que Juan Manuel Azuara convirtió en el gol del delirante empate 3-3.
Todavía, Pilar se dio el lujo de dar otro servicio de oro a Tomás Boy, quien quedó solo ante el cancerbero Miguel Marín.
Sin embargo, el "Superman" argentino detuvo el envío del "Gran Jefe" para evitar el gol que hubiera forzado los tiempos extra y tal vez la coronación felina, porque los Tigres estaban en mejores condiciones físicas y anímicas.
Cuando se anunció el cambio y la subida de Pilar, los cronistas chilangos criticaron al decisión dizque porque ofendía los principios del futbol.
Pero lo cierto fue que entonces se permitían tres cambios, incluido uno de arquero por arquero, así que Lostaunau aprovechó de lo mejor el reglamento.
Aquel 13 de julio de 1980 quedó en la historia como prueba de entrega total, de férrea decisión de los Tigres y la inusual actuación de Pilar Reyes en el centro del ataque.
Al terminar el juego, dijo Pilar: "Nosotros ganamos el campeonato del orgullo y de la hombría. Cuando supe del cambio, me dio mucha alegría y de pura chiripada di un pase para gol".
Poseedor de magníficos reflejos, Pilar detuvo varios penales, entre ellos a Francisco Bertocchi, del Tampico, Fernando Dávila, de las Chivas, y Marco Antonio "Fantasma" Figueroa, del Morelia, cuando los Felinos cayeron 2-0 y fueron eliminados de la liguilla.
Precisamente, la detención de esta pena capital fue la última gran acción de "Piluco" vestido con la Piel del Tigre, pues salió de la organización al terminar la campaña 1986-87.
Antes, había dejado de ser Tigre la 83-84 cuando se fue a Tampico junto a Carlos Miloc.
Dueño de un fuerte carácter, Pilar fue principal protagonista de una de las más gigantescas broncas en la historia del futbol regiomontano.
El 22 de octubre de 1983 Tampico perdió 1-0 frente al Monterrey en el Tec. Ya en la recta final, un empleado del club no quería regresar el balón ante la insistencia de Pilar, quien lo zarandeó para quitárselo.
Entonces la gente se brincó a la cancha y se desató la pelea generalizada solamente contra los Jaibos porteños.
Al final, fueron a la cárcel Pilar, Jorge Miranda y Héctor Eugui, auxiliar del técnico Miloc.
La temporada 1987-88, Pilar Reyes fue contratado por el Monterrey y, por mera coincidencia, le tocó recibir la última diana de Tomás Boy en su carrera.
En el Clásico 33 del 7 de mayo de 1988, los Rayados ganaron 2-1 con dos goles de Bahía, mientras que el "Gran Jefe" metió de tiro libre el postrer gol de su brillante trayectoria.
Y fue sobre su ex compañero Pilar Reyes, otro de los integrantes de aquella legión de los "Monstruos Sagrados" que forjaron la Epoca de Oro los Tigres Campeones.
Santos de San Luis |
Tigres UANL | Tampico Madero |
Temporada 1974-1975 - Temporada 1976-1977 |
Temporada 1977-1978 - Temporada 1982-1983 |
Temporada 1983-1984 - Temporada 1985-1986 |
Tigres UANL | Monterrey | Irapuato |
Temporada 1986-1987 | Temporada 1987-1988 | Temporada 1990-1991 |
Gallos de Aguascalientes |
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Temporada 1994-1995 |